Aventuras de un capturista
Marti Lelis
Desde la cumbre de sus ojos oteó la pradera monótona de computadoras prendidas y las cabezas apagadas de los demás capturistas. En respuesta al viril antojo de un cigarro, Búfalo Bill miró la salida y se dejó crecer un poco más la barba. Las lámparas de neón parpadearon y entonces avanzó por el pasillo de la caballeriza. Los caballos piafaron inquietos al sonido de las espuelas. En el umbral estaba sentado el comisario con el rifle en las rodillas. “Ahora vuelvo, voy por cigarros”, le dijo sin voltear a verlo. Abrió la puerta y atravesó la calle corriendo entre autos enfurecidos. “Malditos búfalos”, pensó al llegar a salvo al otro lado.
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«Aventuras de un capturista» forma parte del libro A propósito de San Juan y otras miniaturas.