De las arañas de la ceguera
Marti Lelis
Una vez por año, durante el mes de abril, las arañas de la ceguera invaden San Juan Chauburgo. Entonces no tenemos ganas de vernos y ensayamos nuestras mejores peores caras. Y no es aracnofobia, ni alergia a la telaraña o a la ponzoña; es el odio acerbo que se nos mete en las pupilas como un eclipse a mediodía; odio a nada y a todo, como darle rodillazos a un costal lleno de clavos y agujas. Las arañas, desde luego, tienen la culpa de nuestro carácter por tanto agitar sus patitas, un poco a lo Gregorio Samsa, pero más exasperante y piloso y con mucha seda. Cubren la ciudad con capullos y tienden líneas plateadas entre edificios. El efecto cegador es inmediato en cuanto aparece la primera. Sólo sabemos de su existencia porque hay videos que han sacado las cámaras de vigilancia.
Cuando la plaga está controlada, recuperamos la vista, entran en acción las cuadrillas de limpieza y lo que más levantan son correctas momias de cánidos en apretados ovillos de telaraña. Ese mes no contamos con turistas porque a ningún ciudadano se le ha ocurrido cómo convertir en espectáculo a las arañas de la ceguera.
***
Texto leído en el Programa Gente de Pocas Palabras el 7 de abril de 2018.
Comparto el audio (escuchar a partir del minuto 7′ 10″) en la excelente voz de Lucía Díaz de Mar del Plata, Argentina. Mi agradecimiento a Alfonso Pedraza por haber seleccionado el texto para el programa y desde luego a Lucía Díaz por la excelente voz y lectura.
Reblogueó esto en SENDERO blogy comentado:
Para disfrutar del ingenio y de la prosa.
Me gustaMe gusta
Interesante microrrelato lleno de fantasía y simbolismo no exentos de humor negro.
Me gustaMe gusta
Reblogueó esto en manologo.
Me gustaMe gusta
Gracias por compartir. Saludos.
Me gustaMe gusta