Fragmento CXCVII
Segundo Prólogo
Marti Lelis
Los prólogos son pararrayos dijo, más o menos, Lichtenberg, el alemán simpático y torcido que miraba por su ventana y luego escribía. Como éste prólogo va casi al final, quedará para la próxima tormenta. Y como el espíritu de este libro es el de las ensaladas, ponemos nuestro segundo prólogo casi al final del libro. Nada nos prepara lo suficiente para las sorpresas (o dejarían de serlo). Es ya casi inútil mencionar la utilidad de lo diverso, puesto que tal cualidad es la que aquí hemos intentado ofrecerte, lector.
¿Influencias? Sí, en abundancia, puesto que la tradición no se niega, se honra. Y eso se hace intentando un camino por lo menos una pizca de nuevo y ameno. No vamos a hacer una lista al respecto, eso lo dejamos para el intrépido lector que ha llegado a esta página prologal que quisiera ser epílogo, pero aún no, aún nos faltan más fragmentos.
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Marti Lelis / Libro de los fragmentos
