Fragmento XLIII
Los carcosémidos
Marti Lelis
El único remedio era aplastarlos uno a uno, como a chinches. Pero además de su resistencia a los químicos, desarrollaron técnicas miméticas y un exoesqueleto inexpugnable y venenoso. Ocasiones había de encontrarlos simulando una palabra cualquiera, con especial preferencia por las de cuatro letras. Si sorprendíamos a uno entre las páginas de un libro, saltaba de inmediato a los estantes y se deslizaba en otro volumen antes de permitirnos cualquier maniobra insecticida.
Cuando su virulencia llegó al máximo, infectaron las pantallas y el habla. En las calles las conversaciones se volvieron incomprensibles. Al final, los diccionarios parecían museos de historia natural: las palabras como animales disecados, cascarones absurdos, bloques fríos de letras sin pasado. Nos descubrimos instalados en una prehistoria de gruñidos y señas en la cual los carcosémidos se hartaron de significados hasta, literalmente, reventar.
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Marti Lelis / Libro de los fragmentos
***Texto publicado en la Antología Cortocircuito, México, BUAP (2017)***
