Fragmento CLXXXVI
Hacerle caso a Onetti
Marti Lelis
Mejor hacerle caso a Onetti, tumbarse en la cama a leer novelas policiales o novelas sin ficción, escribir cuando te dé la gana, mientras la industria editorial continúa con la literatura de consumo y con la otra que vale la pena leer y para la cual no nos alcanza la vida. Mejor seguir a la Quimera de una escritura sin etiquetas, al margen del fiction y del non-fiction anglosajón, eso que nos gustaría leer y que no encontramos aún. Y animados por el ejemplo de los románticos de todas las épocas y países, los alemanes en especial (pero ahora con un Dios transfigurado en huidiza gota de mercurio, mínimo espejo para un Teseo inverosímil que quisiera ver a una Medusa rapada a la que aún no alcanza a cortarle la cabeza); animados por el destello de Novalis, o por lo reposado de un Eichendorff quien perfiló la figura del simple que bien podría ser el programa para una escritura (si nos gustara seguir programas): continuar. Desnudos al pie de la cuesta, inventar cada cual su montaña y el equipamiento con el que se ha de lograr la cumbre para nada, para mirar más de cerca las nubes pasar y el valle en la distancia donde está la casa en donde habitas, apenas un puntito blanco en la lejanía, pero que es tu hogar.
—Esa historia ya se contó —dijo Ulises, y se hizo amarrar.
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Marti Lelis / Libro de los fragmentos
