Nosotros pertenecemos siempre al principio
José Pérez Márquez
De ahí la sed que no se apaga, ese mover las manos en la noche de los tiempos, más allá de las falanges, ojos como uñas al final de los dedos ocupados en esa danza, en ese fuego al final de la galaxia: cúpula de la caverna altísima, espiral del caracol, aguzada cresta de los cactos o lengua de las mariposas:
La mano
pez de los abismos
toca ciega el origen
pero el sediento sabe
que no se puede beber
impune del océano
Marti Lelis / Libro de los fragmentos