Canicas / Marti Lelis

Fragmento CIX

Canicas

Marti Lelis

Simulacro de planetas, las canicas se nos quedan desde niños en las manos o en la boca. No nos recordamos comprándolas (y eso es bueno), simplemente aparecían en los juguetes. Cuántas no perdimos en las batallas de la escuela: las cuicas, las agüitas, los ojos de gato, las toninas, las bombochas, las de ondas de la psicodelia; unas opacas, otras transparentes, grandes o pequeñas, el tirito para el chiras pelas. Daba gusto llevarlas en el bolsillo del pantalón, hundir ahí la mano niña, hacerlas sonar, arrancarles el canto leve de lo vítreo en la ansiedad por el recreo. Se jugaba al rombo, al hoyito, al círculo de las constelaciones. Luego, por las tardes, en casa y a solas, las canicas eran exploradoras en los pliegues de la colcha, en las montañas de caminos sinuosos trazados sobre una almohada. Veces había que me llenaba la cara, las cuencas de los ojos cerrados. Yo sentía en lo párpados lo frío, mientras ponía una y otra, y otra. Ahora mis manos viejas han sacado de la caja de recuerdos las esferitas de vidrio, las bolitas. Las miro y son planetas, las pongo juntas, las muevo para escuchar su vítrea, antigua melopeya: la música de las esferas, los mundos de bolsillo, ya están aquí, ya están de vuelta.

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Marti Lelis / Libro de los fragmentos

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