EL PERFIL DE LOS GUERREROS
Al amanecer, los trece bergantines bautizados en el río Zahuapan al fin descansaron en el puerto de los volcanes. Durante más de una semana los tlaxcaltecas los habían estado subiendo. Xicohténcatl el Joven, contempló con piedad los cuerpos cansados de los ocho mil guerreros de su pueblo. Luego miró el espejo del lago de Texcoco; cerró los ojos y tuvo la visión de una muerte de obsidiana; recordó el pesado galope del barbado dios de hierro. Cortés vino a pararse a su lado y señaló la ciudad con la espada. El príncipe lo observó en silencio, lo vio sudar e inflar los carrillos y, cuando aquél se hubo retirado para continuar la marcha, Xicohténcatl se preguntó qué clase de dios era ése, tan semejante a él mismo, lleno de miedo y fatiga en la mirada.
***
Marti Lelis
Del libro «A propósito de San Juan y otras miniaturas» (ITC, 2016).
Fotografía: Internet.