Tu parte de cielo

Tu parte de cielo

Marti Lelis

Con tu gordo libro nuevo, tomas asiento junto al pasillo, dispuesto a disfrutarlo. Fácil comenzar con el epígrafe de William Blake: “si se limpiasen las puertas de la percepción todas las cosas aparecerían ante el hombre tal como son: infinitas”, en cambio, trabajo te cuesta continuar la lectura, porque al pasar la primera página te das cuenta de que no hay párrafos y el capítulo se alarga durante páginas y más páginas y no quieres ver en dónde termina, además, aún falta mucho para llegar a tu estación aunque ahora parece que el tren va más lento o no estás poniendo atención a lo que importa, a la lectura, a la gente que sube y baja con el rostro enfurecido, a la anciana enlutada a la que no cedes el asiento, ¿cuánto tiempo ha pasado?, si no fuera por las comas estarías aún más perdido, en la última estación comenzó a subir la temperatura, y la anciana se ha vuelto más voluminosa, lo sabes porque ahora es una mancha oscura que se mueve a tu izquierda, la ves de reojo al volver las páginas, casi se apoya en tu brazo, no te mueves, estás en medio de un pasaje difícil donde ya ni siquiera hay comas y las palabras son como piedras que cruzan una corriente de agua, son el agua que termina en un despeñadero al que no llegas, minutos, horas, ¿cuánto tiempo ha pasado desde que te metiste en la lectura y no entiendes nada?, ¿qué es ese olor?, no importa, pero finges que te importa, tanto como la sombra que se extiende y es la anciana que se expande, se apagan las luces del vagón o entraste en un túnel, pero tus ojos son como lámparas y sigues los renglones, cuánto tiempo más, hasta que llega el sueño y entonces tú eres la señora enlutada que te mira suplicante, esperando que le cedas el asiento, eres ella y tu mirada se vuelve burlona, dolorosa,  como si el libro que sostienes fuera tu boleto y, un instante después, el tren se detiene y la vieja (o sea tú) te dice: “Señor, última estación: está usted en el infierno; la lectura en el trayecto fue la parte que le tocó de cielo”.

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Marti Lelis / Ejercicio para el Taller de Minificción Fantástica «Prodigioso miligramo». Escuela de escritores Ricardo Garibay. Tallerista: Efraím Blanco.

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